A mí me hacía ilusión porque no había estado nunca en Andalucía y el viaje no me defraudó.
Además, me hizo recordar aquella tarde en el albergue de Sahagún, durante una de mis marchas por el camino de Santiago, en que escuché el himno de Granada cantado en alemán con el único acompañamiento de una guitarra tocada por un muchacho mejicano. Fue la primera vez que lo oía en un idioma extranjero y me emocionó.
Me llamó mucho la atención la inmensidad de los invernaderos y de los olivares de Jaén; muchas veces había oído y leído mucho sobre ellos, pero no es lo mismo que ver esos mares de plástico y esos campos hasta donde alcanza la vista.
De todas formas, como estoy de acuerdo en que vale más una imagen que mil palabras, quiero poner aquí este pequeño montaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario